sábado, 2 de febrero de 2013

Believe me when I say goodbye forever

Cada día me sorprendo más de lo rápido y fácil que te podés desprender de una persona. De un día para el otro una relación puede cambiar completamente. Una o todas las personas involucradas en ésa relación pueden cambiar completamente. Es muy dificil ver como una amistad que vos creías que iba a ser eterna, de un día para el otro, se arruina. Se termina, se acaba. Ves cómo tu amigo se va alejando de vos lentamente, recordando todos los momentos que vivieron juntos. Recordando las risas, los abrazos y todo, absolutamente todo lo que viviste con él. Y pensas en todas ésas promesas de "siempre juntos", "nunca voy a faltarte", "me vas a tener siempre con vos". Todas ésas cosas quedaron en el olvido. Son un simple recuerdo. 
Pasan de estar las 24 horas del día juntos, hablando, riendose y pasando un muy buen rato a ni siquiera dirigirse una palabra. Pasan de abrazarse y decirse lo mucho que se quieren a apenas cruzar una mirada. De un "te quiero mucho" a ni saludarse cuando se ven.
Es triste... Muy. Lo peor es cuando ésa persona se aleja de vos repentinamente y sin razones. Lo notás raro. Distante, frío. Intentas hablar con él y te esquiva. No quiere ni siquiera hablar. No puede darte una explicación constructiva de porqué ya no pasa tanto tiempo con vos o de porqué te dejó de hablar.
Ahí, cuando te pasa éso, ahí es cuando te das cuenta de las verdaderas personas que te quieren. De las personas que sí valen la pena. De las personas por las que sí tendrías que dar todo y jugartela. Éstas personas sí. No las basuras que se alejan de vos y encima sin darte ninguna razón. No las basuras que te dibujan un mundo y después te rompen el dibujo en la cara. 
Obviamente que, para darte cuenta de las personas que valen y no la pena, algo tenés que vivir y experimentar. Te tiene que pasar ésto u otra cosa. Conclusión: valorá a las personas que te rodean que sabés y te demuestran que van a estar siempre con vos, sin importarles nada.